La higiene bucal es uno de los problemas más acentuados entre la población y muestra de ello son los altos índices de caries dental, afección que desde los preescolares puede captarse.
Los niños son en especial proclives a este padecimiento por su tendencia a consumir alimentos dulces y no tener un aseo bucal adecuado.
La caries es causada por acumulación de bacterias en la boca que, entre otras repercusiones, favorece el desgaste del esmalte dental en el que aparecen lesiones en forma de puntos negros muy características, en tanto que la enfermedad de las encías se manifiesta con sangrado, sobre todo al momento del cepillado dental.
Las caries pueden ser tan profundas que destruyen estructuras internas del diente y facilitan con ello el paso de bacterias al torrente sanguíneo lo que favorece el desarrollo de afecciones, incluso mortales en caso de llegar al corazón (endocarditis).
Al no lavar los dientes los restos alimenticios se adhieren a ellos y tienden a endurecerse, forman el llamado sarro, el cual inflama la encía y en caso de persistir por un tiempo prolongado, destruye la estructura ósea, y facilita la pérdida de piezas.
El cuidado bucal es en especial significativo bajo algunas condiciones, como el embarazo, pero también en personas con padecimientos crónico-degenerativos, entre ellos la diabetes mellitus.
El cepillado después de ingerir alimentos, sin olvidar el uso de hilo dental y enjuagues bucales, son recomendables para mejorar la higiene oral y aminorar el desarrollo de caries y gingivitis y el riesgo incrementado de pérdida de piezas.
La salud bucal se incluye dentro del catálogo de acciones por grupos de edad y género, y existe un especial énfasis en niños, adolescentes, embarazadas y en personas con alguna enfermedad como diabetes.